Lo que durante años fue sinónimo de pureza y confianza comienza a ser objeto de debate científico. Nuevas evidencias están cambiando la percepción sobre el agua embotellada y sus posibles efectos en el organismo.
Un estudio internacional difundido en octubre de 2025 ha confirmado que el agua embotellada en envases plásticos contiene hasta el doble de microplásticos que el agua del grifo o la filtrada. Estas partículas, menores a cinco milímetros, se desprenden del envase durante el proceso de embotellado, transporte y almacenamiento, y terminan en el organismo por vía oral.
Según los investigadores, una persona que consume exclusivamente agua embotellada podría ingerir más de 90.000 partículas plásticas al año. En cambio, quienes optan por agua filtrada o del grifo, en contextos donde esta es segura, estarían expuestos a menos de la mitad. Aunque los efectos a largo plazo aún se estudian, se ha identificado que los microplásticos pueden generar inflamación, estrés celular y alteraciones hormonales.
La científica Sarah Sajedi, citada en el informe, advierte que el uso cotidiano de botellas plásticas debería evitarse, salvo en situaciones de emergencia. En países como Perú, donde el acceso a agua potable aún presenta desigualdades, el desafío es doble: garantizar calidad sin depender de soluciones que podrían generar nuevos riesgos invisibles.
Los especialistas recomiendan reducir el uso de envases plásticos de un solo uso y optar por filtros certificados, botellas reutilizables y fuentes reguladas. Además, subrayan la necesidad de políticas públicas que promuevan el acceso equitativo a agua segura y la reducción del plástico en la cadena de consumo.
28/10/2025